La disfunción eréctil (DE), anteriormente llamada inadecuadamente impotencia, se define como la incapacidad de mantener una erección peneana suficiente para realizar el acto sexual o coito de manera satisfactoria.

 

Esta enfermedad presenta una alta frecuencia en la población general, calculándose que aproximadamente la mitad de los hombres mayores de 50 años padecen de algún grado de disfunción eréctil.

 

CAUSAS DE LA DISFUNCIÓN ERÉCTIL

 

En la erección, el pene se llena de sangre para lograr la dureza adecuada y cualquier factor que disminuya el aporte de sangre causa DE. Los traumatismos genitales, las enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, el aumento del colesterol y los triglicéridos (arterioesclerosis), bajan el flujo de sangre. Enfermedades metabólicas como la diabetes (el 45% de los diabéticos tienen DE) también disminuye la irrigación sanguínea en el pene y lesiona los nervios que participan en la erección. El hipertiroidismo, el hipotiroidismo, disminución de la testosterona y otras enfermedades endocrinas son causa de disfunción eréctil. La cirugía prostática, en casos de cáncer de próstata o lesiones instrumentales quirúrgicas, es una causa importante de DE. Se asocia también al tratamiento con medicamentos de uso crónico como antihipertensivos, antidepresivos, antialérgicos, etc.

 

El aspecto psicológico es fundamental en esta patología. La depresión, pérdida de autoestima, el estrés, el alcoholismo, son entidades frecuentes y causales de la DE.

 

EVALUACIÓN

 

El urólogo o el médico sexólogo deben realizar una historia clínica y sexual detallada del paciente, un examen físico minucioso e indicar exámenes de laboratorio donde la determinación de la testosterona es de rutina. Otras pruebas especiales incluyen el ecosonograma doppler de pene, prueba de erección nocturna, etc.

 

TRATAMIENTO

 

Una vez determinada la causa, debe tratarse y controlarse la enfermedad de base de manera simultánea al problema de erección. El paciente siempre se beneficia al indicar una dieta sana, ejercicios aeróbicos y pérdida de peso.

 

La primera línea de tratamiento consiste en el uso de medicamentos por vía oral: los proerectógenos. Estos medicamentos actúan relajando los vasos sanguíneos y por lo tanto hay mejor llenado de sangre a nivel del pene. El sildenafil (Viagra®) fue uno de los primeros proerectógenos en ser patentados. El vardenafil (Levitra®) al igual que el sildenafil, tiene un tiempo de acción de cuatro a seis horas. El tadalafilo (Cialis®, Fitex®) tiene una acción más larga (36 horas) y también hay experiencias de su uso en el tratamiento de los síntomas por crecimiento prostático. El tadalafilo no se inhibe con el consumo simultáneo de alcohol o comidas grasas, a diferencia del sildenafil.

 

Estos medicamentos son seguros y con escasos efectos secundarios, sin embargo, están expresamente contraindicados en aquellos pacientes que usan Nitratos (Ismo®, Elantan®, Isordil®, Monocard®, Mononitrato de isosorbide, Nitrocor®, Nitroderm®, Nitroglicerina).

 

En la segunda línea de tratamiento se encuentran las inyecciones intracavernosas (en los cuerpos del pene) de sustancias como la papaverina y la prostaglandina E, con una acción corta de erección continua. También el uso de dispositivos de vacío es aconsejable y utilizado de manera gratificante por algunos pacientes. Y por último y al fracasar las anteriores terapias, está la corrección quirúrgica en la tercera línea: implantación de prótesis peneanas que pueden ser maleables o hidráulicas.

 

En cada paciente debe individualizarse la terapia y utilizar la más acorde a su problema, su frecuencia sexual y a la expectativa de la pareja.

 

La consulta al especialista es fundamental y no deben usarse terapias de manera empírica o por recomendaciones no autorizadas.

Siempre existe una alternativa en el tratamiento de la disfunción eréctil.

Dr. José Manuel Pardo F.
Cirujano Urólogo

Hospital José María Vargas – Caracas